Imagina por un momento que te levantas cada mañana dándote unas caricias, un halago, una dulce dulzura, unas dulces  palabras para tí para tu persona, para comenzar el día.

Trátate como harías con un bebé, alábate y piensa que eres la cosa más dulce y bonita que te podrías encontrar

que te mereces lo mejor y que nunca nunca te pasará nada malo por que tú mismo te encargaras de ello, de cuidarte, de mimarte, de protegerte, de defenderte y de estar presente para ayudarte en todo lo necesario.

Imagínate que sólo existes para disfrutar del día a día, del paso del tiempo, de aprender, de observar, y estas aquí para dar paz, amor y dulzura. Que cuando sonrías el mundo te sonreirá por que no tienes razón para no hacerlo.

Todo está bien y sólo tu mismo te debes cuidar, amar, apoyar, ayudar, respetar. No esperes que otros lo hagan, empieza tú mismo a mimarte a ser mas dulce con  tus palabra, a ser más paciente, pues eres un bebé un dulce bebé que no debe olvidar que viene a aprender a sonreír, a ser feliz, a dar felicidad a otros con su sola presencia.

Recuerda ser dulce con tus actos, hacia tí mismo y hacia los otros, recuerda que nadie te cuidará mejor que tú mismo.

No esperes nada de los demás y  aún así tratalos como si  bebes fueran también. Pues todos nos merecemos dulzura, todos nos merecemos paciencia, todos somos uno.

Pero recuerda y recuerda lo siempre «date dulzura a ti mismo primero» y cuando aprendas a darte esa dulzura quizá sea algo natural darla también a los demás.

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Dibujos de Nicoletta Ceccoli